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viernes, 4 de junio de 2010

El tratado Peruano-Chino y sus repercusiones, hasta el día de hoy






Mientras todas las injusticias hacia los inmigrantes chinos seguían, el 26 de junio de 1874 se firmó, en la ciudad portuaria china de Tianjin, el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre China y Perú. Así, ambos países se comprometen a darse apoyo en temas como la entrega y notificación de documentos judiciales, la toma de declaraciones o testimonios de personas, el suministro de documentos, expedientes y objetos de prueba, la localización e identificación de personas, entre otros asuntos. Por otro lado, gracias a este tratado, no volvió a ver una migración china hacia nuestro país en las magnitudes como las del periodo entre 1849 y 1874.

Los hacenda­dos creyeron que el tráfico se reiniciaría rápidamente pero éste se volvió imposible. A fin de evitar su ruina, crearon una ficción jurídica, el "recontrato" o "enganche"[1].La segunda oleada inmigración al país fue en menor número y estuvo formada por empresarios provenientes de Hong Kong y residentes chinos de Estados Unidos deseosos de invertir en el Perú.

A pesar de haber firmado el Tratado de Tiensing, el Gobierno Chino estaba preocupado por la suerte de sus connacionales, decidió enviar una comisión para investigar con las autoridades peruanas la condición de los culíes. En 1887 se creó una comisión mixta compuesta por representantes del gobierno peruano y del impe­rio chino. La comisión visitó las haciendas de varios valles cos­teños.[2]Gracias a esta comisión, se pudo comprobar que muchos chinos ya no estaban en condición de contratados, pues había transcurrido mucho tiempo desde que terminaron sus pla­zos de trabajo. Así que, los hacendados, al no tener el dinero suficiente para pagar un aumento de sueldo, dejaron libres a los trabajadores chinos.

Desde ahí, los inmigrantes chinos pudieron vivir en plena libertad, empezar negocios, criar una familia. El Perú, les brindó facilidades para poder cubrir todas sus necesidades. A pesar del apoyo recibido, Inicialmente se veía a los chinos como incultos.

“En la época en que vivían mis padres; aproximadamente, en los años 30, más o
menos por 1 920, hasta los años 60 pude sentir como eran tratados
despectivamente; los llamaban chinos macacos o chinos monos”. (PROGRAMA 3G:
2009)


Actualmente, los hijos de esos esclavos ya son profesionales y van destacando en el mundo laboral. A su vez, los negocios de la comunidad china abarcan desde almacenes, bodegas, mayoristas, agencias de viajes, bazares, boticas y farmacias, tiendas de electrodomésticos, ferreterías, librerías y papelerías, hoteles, chifas, mueblerías, etc.

La principal contribución china al Perú ha sido en el desarrollo del comercio minorista y mayorista, actividad a la que han sabido alentarla, darle mayor dinamismo, convirtiéndose en medios eficaces entre el gran importador y el fabricante con el público consumidor. Fueron también los promotores del trabajo de los días domingos y feriados, contribuyendo con aquellas personas que por alguna razón no podían hacer sus compras entre semana. Y por último, pero no menos importante, nos han brindado su cultura, serenidad, ganas de superación, valores. Y obviamente, el chifa.


[1] “enganche” = recontratar a los culíes y darles la cantidad de dinero que por el contrato recibieron antes los traficantes de semi‑esclavos asiáticos se les entregaba en proporción al tiempo de recontrata que habían aceptado.
[2] RODRIGUEZ 1850: 59

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